Entrevista con Óscar Sanz: “No iba escribir una loa a deidades perfectas. ‘Casablanca, Madrid, París’ es un cómic para dejar al ídolo a un lado y conocer a la persona”

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Fútbol y cómic nos se han dado la mano tantas veces como nos habría gustado, pero si se sigue el ejemplo de Óscar Sanz eso tendría que cambiar. Casablanca, Madrid, París (aquí, su reseña) es el gozoso tributo que el autor hace al Real Zaragoza de Víctor Fernández, el que se coronó en Europa con la consecución de la Recopa hace ahora ya 25 años. Pero es, a la vez, mucho más que eso, es un cómic narrado con dinamismo e inteligencia,es la crónica de una era más que de un partido en concreto y es un muy buen tebeo que demuestra que estamos ante dos mundos que, si quieren, se pueden dar la mano para lograr obras de mucha categoría. Esta lo es, y por eso hemos querido conversar con este zaragocista de pro para que presente su trabajo y nos recuerde que, por encima de todo, la suya es una magnífica obra narrativa que se ha construido con mucho mimo, como todo lo que hace GP Ediciones para reivindicar lo suyo, y con un esfuerzo sobresaliente.

Empecemos por lo básico… ¿Dónde estaba Óscar Sanz el 10 de mayo de 1995 cuando Nayim marcó aquel golazo…?

Estaba sentado en el sillón más cercano a la televisión y muy preocupado por la tanda de penaltis. Tardé unos segundos en entender lo que estaba viendo. A pesar de escuchar a Gaspar Rosety, mi padre se empeñó en que escucháramos a García, cantar “gol de Chichi”, apodo que le puso Cedrún a Nayim, no me lo podía creer. Hubo que hacer caso a la celebración de los jugadores, y a Seaman tirado en el suelo, para convencerse de que se había ganado la final.

¿Cómo surge el proyecto de llevar esta historia al cómic?

Este proyecto empieza con un WhatsApp de Daniel Viñuales diciéndome que tenía un proyecto que me podía interesar. Un par de días después quedamos en una terraza y me comentó la idea: contar la gesta de la Recopa. Desde hacía tiempo estábamos buscando la manera de hacer un cómic. En 2015 publiqué, bajo el sello de Los Diletantes, un cómic llamado 501 que gustó mucho en Gp Ediciones. Tras un par de ideas que cayeron en saco roto supimos dar con la tecla.

¿Por qué escoges a Víctor Fernández como hilo conductor del relato y por tanto del título al incluir la mención al Stadium Casablanca?

El punto de vista del cómic fue una de las condiciones que tenía la propuesta inicial. Se quería contar de una manera original. En el fútbol, el foco está sobre sus estrellas, los jugadores. No es habitual alejarnos de ellos y eso es lo que hacía atractiva la idea. Ver este deporte desde la perspectiva del entrenador te permite abarcar un mayor ángulo de visión. Es la persona que está a la misma distancia de la directiva, la prensa, el aficionado y el jugador. Da pie también a conocer el organigrama de un cuerpo técnico: médico, masajista, preparador físico, segundo entrenador, delegado de campo, director técnico… un entramado laboral y social del que desconoces desde fuera. Esto es lo que me resultaba más tentador de esta historia: descubrir qué sucede a lo largo de la semana y qué queda oculto durante el partido del domingo.

La historia que narras es compleja y tiene muchos puntos emocionalmente importantes, las dos finales lógicamente, la de Copa y la de la Recopa, pero también la promoción, la salida de Radomir Antic del Zaragoza… ¿Cambió mucho la historia y los detalles que la formaron desde su concepción original o se parece el resultado final a lo que habías imaginado al principio?

Retomando aquella reunión inicial, hubo dos condiciones importantes: la historia abarcaría la temporada 94/95 y en ella no se contaría el partido. Como se puede comprobar, no hice mucho caso. Por suerte tenía forma de justificarlo: contando solo el año de gloria no se podía comprender el milagro probabilístico que fue ese equipo. En una primera tormenta de ideas sopesé retrasar la fecha inicial a la promoción contra el Murcia, para muchos el verdadero origen de la quinta de París. Entonces surgió la pregunta: si vamos a utilizar los ojos de Víctor Fernández para conocer la historia, ¿por qué no comenzar cuando la empezó él? Esto suponía un gran cambio, porque pasábamos de contar una epopeya a contar un viaje del héroe, pero merecía la pena. El toque humano que le da esta nueva visión enriquece mucho la narrativa. Respecto al partido, vi muchas similitudes entre lo que sucedía en aquellos 120 minutos y el discurrir de la entidad en aquellos años. Formalmente, flashbacks y partido se complementan mutuamente. Las jugadas sirven de introducción al capítulo, un poco de acción antes de adentrarnos en la historia, que, cuando ya nos ha dado suficiente dosis informativa, nos devuelve al Parque de los Príncipes. Uno de los puntos fuertes de este cómic es la manera en la que se han calibrado sus partes.

Entiendo que la labor de documentación ha tenido que ser importante para recoger tantas anécdotas como tiene el cómic, que son de las que no se suelen encontrar en la prensa o en los libros de historia. ¿Cómo fue ese proceso y cuánto tiempo te llevó?

Para Casablanca, Madrid, París he tenido la mejor red de seguridad que podía imaginar para deambular por esta cuerda floja: Chesus Santamaría. La tercera pata de este proyecto es un referente en el periodismo deportivo aragonés y amigo personal de Víctor Fernández. Gracias a él pude reunirme con el protagonista y preguntarle todas las dudas que tenía. Una de mis partes favoritas del cómic, la primera reunión entre Alfonso Soláns y Víctor, no la conocí hasta la última entrevista y de una manera muy casual. He querido tirar mucho de lo que recordaba de aquellos años y después buscar la documentación que corroborara los hechos. Por suerte conservo mucha prensa de la época que ha ayudado a refrescar la memoria. También he repasado bibliografía, pero priorizando la información que me daban Víctor Fernández y Chesus Santamaría. La documentación gráfica tampoco es desdeñable. El escrutinio de los resúmenes de los partidos de la época ha llegado a ser tan exhaustivo que, si en ellos se veía el traje que llevaba el entrenador ese día, el cómic lo reflejaba. Al ver el cómic quería tener las mismas sensaciones que tuve yo cuando pisé La Romareda aquellos años.

¿Hasta qué punto ha colaborado el Real Zaragoza en la realización del cómic? Lo digo porque hay algunas escenas sobre la forma de hacer los fichajes, sobre el resultado de los mismos o la manera en la que se deciden entrenadores o bajas que no sé si son demasiado cómodas para un club, y sin embargo en el tebeo las cuentas con mucha libertad…

Hablamos con el club cuando el cómic ya estaba hecho. Se lo enseñamos y les pedimos apoyo a la hora de poder publicitarnos y vender en la tienda oficial. No solo accedieron, sino que nos ofrecieron poner el logotipo oficial conmemorativo del 25 aniversario de la Recopa y estaban dispuestos a colaborar muy activamente en las presentaciones que, por desgracia, la pandemia se han llevado por delante. Si algo tenía claro es que no iba escribir una loa a deidades perfectas. En ese sentido soy iconoclasta. Todos tenemos defectos y el brillo de las estrellas, de cerca, solo es caspa. Es un cómic para dejar al ídolo a un lado y conocer a la persona. Todo lo contado sucedió hace más de dos décadas, poco tiene que ver aquella entidad con la actual. Tampoco creo que se deje realmente mal a nadie. Simplemente da constancia de lo bueno y de lo malo.

¿Y hasta dónde se puede considerar que todo lo que hay en tu historia sucedió así? ¿Te has permitido algunas libertades narrativas?

Por supuesto que hay libertades narrativas. En ningún momento he pretendido que fuera una biografía escala 1:1. Mis relatos llevan el subtitulo “un historia de Óscar Sanz” para recalcar que no soy un biógrafo, que soy un contador de historias. Si lo comparamos a la novela, el cómic tiene el inconveniente de necesitar mucho más espacio para contar lo mismo. Por ello hay que condensar la información. No dejan de ser siete años de un equipo de fútbol. Ojo, las cosas que se han dibujado sucedieron en la realidad, pero han sido reestructuradas para adecuarla a lo que es, una obra de entretenimiento. Seguramente, el día que Alfonso Soláns viajó en su jet privado a Oviedo para animar al equipo no hablaron de Nayim, pero estos dos hechos sucedieron.

En tus escenas de fútbol propiamente dichas, veo una influencia del anime… y no sé si precisamente por eso se ve alguna impronta del título por excelencia del género, Campeones, o Capitán Tsusaba en manga. ¿Hasta qué punto es así?

Oliver y Benji, lo siento, aunque sé que es una traducción cuestionable, para mí siempre será ese el nombre, me influye a la hora de aficionarme al fútbol. A Zaragoza no llegan las cadenas privadas hasta el 93, pero varios veranos antes, los amigos del pueblo que vivían en Madrid, Barcelona y ciudades cercanas, me hablaban de una serie de dibujos animados sobre fútbol que era alucinante. Entonces el fútbol me daba igual, pero la insistencia hizo que, en cuanto tuve la oportunidad, viera los capítulos del anime. Estos me engancharon. El problema vino cuando mi cerebro hizo la siguiente deducción: si esto es en animación, con personas de carne y hueso debe de ser la leche. En ese momento me puse a ver fútbol. Sinceramente, las expectativas que me había hecho estuvieron muy lejos de la realidad, pero tuve la buena/mala suerte de ver la mejor racha del Zaragoza de su historia, por lo que ya fue inevitable quedarme enganchado. Mis influencias manga/anime más claras son Osamu Tezuka, El Libro de los Insectos Humanos supuso un antes y un después a la hora de concebir la creación de un cómi, y Mashashi Kisimoto con Naruto, la razón por la que volví a leer cómic después de abandonarlos en la adolescencia. En este punto es necesario hablar del color. Este cómic es el primero que publico en cuatricromía, siempre había sido fanzinero de blanco y negro. Aunque suponía un reto para mí, desde el primer momento tuve claro que mi referente sería el anime. La iluminación es la clave a la hora de generar ambiente y la animación japonesa ha sabido dominarla a la perfección.

Hay un detalle que me encanta, y es que el fútbol no lo enseñas como si lo estuviéramos viendo por la televisión, sino a ras de césped. Normalmente manda el jugador, no el espectador. ¿Era lo que buscabas?

Quería que la parte de acción fuera muy viva. Algo que caracteriza mi estilo son los grandes angulares. Me gusta mucho sentir que estás dentro de la acción. En las viñetas que transcurren sobre el césped, el lector podría estar viendo la escena a centímetros de los protagonistas. Esta historia se cuenta en cuatro niveles narrativos. Tenemos un locutor, que lo ve todo desde fuera; el palco y las gradas, poco importante en el juego en sí, pero es la razón por la que este deporte se ha convertido en un espectáculo; el banquillo, donde se toma las decisiones; y el terreno de juego, donde transcurre la acción. Formalmente me impuse la norma de que cuanto más cerca estuviéramos del balón, nuestro angulo de visión sería más amplio y los diálogos serían escuetos. Por eso el locutor ve la final a través de un televisor y los jugadores apenas intercambian palabras. Como toda norma tiene sus excepciones, pero incluso en estos casos es fácil extrapolar las razones.

Lógicamente, todos tus personajes son reales. ¿Te supuso un gran problema a la hora de diseñar el cómic la necesidad de encontrar un parecido con los modelos reales?

Mi intención era dibujar con la mayor fidelidad posible. No tardé mucho en darme cuenta que el listón estaba demasiado alto. Soy consciente que mi técnica tiene aún mucho margen para la mejora. Tampoco me ha obsesionado este handicap. Creo que, aunque en un primer momento el parecido pueda resultar cuestionable, al instante has entrado en el juego que propone el cómic y deja de tener importancia. Tanto los editores como Chesus, e incluso el propio Víctor y sus allegados, han podido ver en tiempo real el progreso de la obra y en ningún momento hubo llamada de atención al respecto, por lo que creo que puedo estar tranquilo al respecto.

Hay muy pocos cómics sobre fútbol, igual que hay muy pocas películas, a pesar de que hay incontables historias maravillosas en el deporte rey. ¿Crees que tiene buen encaje o que, al final, futboleros y comiqueros son dos tipos de personas de difícil relación?

Seguimos con el prejuicio de que deporte y cultura son antagonistas. Por suerte las líneas cada vez se están diluyendo más, en Zaragoza tenemos la figura de José Antonio Bernal, comiquero y zaragocista a partes iguales, pero todavía hay gente que se resiste. Estos días me da mucha rabia los que se empeñan en recalcar que no es necesario el fútbol para vivir. Si nos ponemos a jugar a ese juego podemos incluir a filósofos, dramaturgos, cineastas, y todo aquel que no suministre alimento o proporcione salud. Me revienta esa superioridad moral del que no concibe que puedas disfrutar de From Hell y de una semifinal de Copa. Entiendo que esa argumentación parte del excesivo sueldo de los jugadores, cosa que comprendo y puedo defender, pero nunca les veo discutir el sueldo de las estrellas de Hollywood. En Francia, por ejemplo, el fútbol y el cómic caminan más de la mano. Ya son varios equipos los que tienen su propia colección, incluso con dibujantes españoles, como Pedro J. Colombo con el Olympique de Marseille.

Tú mismo no habías hecho un cómic deportivo como este. ¿Crees que un buen nicho que seguir explorando en el futuro? ¿Te imaginas alguna otra gesta deportiva que te gustaría contar o preferirías ahora hacer algo completamente diferente?

Cualquier historia puede ser contada en cómic, y el fútbol no es menos. En la última fase de Casablanca, Madrid, París sobrevolaba por mi cabeza la idea de una segunda parte. Si el cómic tenía la suficiente aceptación y el equipo conseguía el ansiado ascenso, como tenía pinta, se podía contar esta última etapa de Víctor, desde que lo coge en puestos de descenso contra el Extremadura hasta la victoria final. Pero el coronavirus lo ha destrozado todo y, aunque se consiguiera el ascenso, creo que ha roto mucho el clímax. Por otro lado está la saturación que siento por el tema. Escribir y dibujar esta obra se ha prolongado más de la cuenta y mi cabeza me pide cambio.

Y ahora que estamos en una situación tan atípica por el coronavirus, ¿cómic y fútbol tienen algo que ver o crees que van a salir de la actual situación a ritmos distintos?

Nadie sabe realmente como va a acabar esto. Y sinceramente, el fútbol me preocupa poco como va a salir. Sé que lo hará bien. Hay mucha gente encargada de eso. Solo ansío el momento de poder volver a La Romareda y olvidar el mundo durante 90 minutos. Me preocupa más el cómic. Es una industria, dudo hasta que se le pueda denominar así en este país, que se mueve casi por la vocación de sus creadores. El varapalo económico que va a recibir la sociedad actual dejará en pie a los más fuertes y no sé si las espaldas del cómic son lo suficientemente anchas.

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