AQUÍ NUNCA PASA NADA, de Javier Marquina, Javier Ortiz y Guillermo Montañés POR TERESITA SUNDAY

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Hay cómics que no necesitan presentación. Porque los nombres de los que firman sus páginas ya marcan un punto de inflexión en la calidad de lo que estas a punto de descubrir. Porque la fama precede al lobo.
Del autor de Abraxas, llega…

AQUÍ NUNCA PASA NADA
de Javier Marquina, Javier Ortiz y Guillermo Montañés

«En los sitios en los que parece que nunca pasa nada, nunca nada es lo que parece”. Así reza el final del texto de la contraportada del cómic que nos ocupa, dejando ya claros vestigios del poderío lingüístico que ostenta el autor oscens… A ver, ¿a quién queremos engañar? Que el autor oscense es Javier Marquina, el de los Why I Hate que edito yo, así que esta no puede ser una reseña al uso porque mi relación con el autor, para ser un autor, tampoco lo es.
Para el que no lo sepa, Zona Zhero no es el primer proyecto relacionado con las letras (ni el segundo) en el que me he embarcado con Marquina. Gracias a él hoy estoy escribiendo sobre él. Desde nuestros inicios en tuiter (esa red social que, a veces, y sólo a veces, sirve para algo bueno) me ha apabullado su manera de retorcer el lenguaje y su significado, su peculiar forma de reseñar y el arte que hace de una simple redacción. Cualquiera que le conozca, sabe del talento que maneja Marquina para esto de escribir. El que no, que se asome a Abraxas, su primera publicación, y alucine con el derroche de información y referencias por viñeta. El saber hacer narrativo del que viene curtido, tras muchos años como ávido lector, prolífico escritor e incansable divulgador, que bien le valió el premio al mejor guión de los Premios del Cómic Aragonés. El cómic de un lector de cómics para lectores de cómics.
¿Cómics y birra? No sé de qué me habla, señora.
Un año después de la aparición del Elfo Macarra en nuestras vidas, y también bajo el sello de GP Ediciones, Aquí Nunca Pasa Nada cobra vida en papel y tinta, para regocijo de todos. Y en uno de esos sitios en los que parece que nunca pasa nada, es donde viven CarlosBruno y Esteban, los protagonistas de la historia, tan superpoderosos como malvados, y donde pasan los días haciendo eso, nada. La excusa perfecta para homenajear a esos personajes del cómic americano que tanta gloria como devastación lectora han dejado a su paso durante más de sesenta años de historietas.
Pero también para criticar la peste que los rodea. En palabras del propio Marquina: “La idea de los superhéroes es absurda. Cuando se tiene total impunidad y se es omnipotente e inmortal, la filantropía desaparece. Sólo el supervillano es posible”. Y a partir de ahí es desde donde trabaja para dar forma a los tres protagonistas, otorgándoles un origen a cada uno, muy similar a tres famosos superhéroes, para nada escondido o disimulado (por dios, mirad los nombres), pero que no revelo porque es la principal herramienta para dar esa deliciosa vuelta de tuerca al género superheróico. Y no, no hace falta haberse leído todas las publicaciones de Marvel y DC para enterarse de a quiénes parodian. Lo he pillado hasta yo, así que tranquilos. Sí que es cierto que, con un buen bagaje en cómics de superhéroes, se podrán apreciar homenajes, referencias y guiños que a mí seguramente se me hayan escapado, pero no me hace falta haber leído Invencible de Robert Kirkman para saber la joya que tengo entre manos.
Me revientas, pavo.
Como buena historia de supers, tiene sus antagonistas, Víctor y Alex, que hacen todo lo posible por derrocar al trío de antihéroes del poder. Y también tiene peleas ultraviolentas. Y rayos que salen de los ojos. Y un tío que vuela. Y flasbacks con orígenes. Y todas las macarradas que hicieron grande el género, pero retorcidas y vomitadas por la mente de un demente. Un guión sencillo que contrasta directamente con grandes críticas sobre la importancia de los personajes, la narrativa de un relato, si el guión es un elemento secundario en una obra o si se puede hacer que una hormiga sea dios; y sobre la vida, el mundo de los cómics, de los críticos, de los opinadores sin criterio y, ¿por qué no?, de los hipsters. De lo terribles que podemos llegar a ser cuando la desidia se apodera de nosotros. De cómo el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Todo esto y mucho más, lo ha logrado plasmar Javier Ortiz con un arte que, como ya he dicho, recuerda poderosamente a Invencible y que logra transmitir toda la mala baba que supura el guión, a pesar de su sencillez formal. Ortiz es contundente de principio a fin y dota a los personajes de gran expresividad, tanto facial como corporal, lo que le permite marcarse unas cuantas páginas sin diálogo y lucirse también un poco en solitario, no van a ser todo flores para Marquina. Para rematar, el color de Guillermo Montañés, que da vida a las viñetas haciendo alarde de su buen uso de las sombras. La bajada por las escaleras de la discoteca de los tres protagonistas, nada más reunirse, es una pequeña muestra de cómo este tándem apoya el trabajo de uno en el de los otros dos, haciendo que el resultado supure, conjuntamente, talento por los cuatro costados.
Gloria bendita.
¿Estaremos ante el origen del Marquinaverso? Pues no os creáis que voy tan desencaminada porque me consta que pronto veremos un nuevo cómic, dibujado por Víctor Solana, autor de El Subsuelo y que publicará Sallybooks, que también girará en torno al particular concepto de superhéroe que tiene Marquina “y que formará parte de una trilogía bastarda junto a Aquí Nunca Pasa Nada y otro cómic que aún se está cociendo en mi cabeza”. Que no lo digo yo, que lo dice él. Así que regocijémonos juntos, hermanos, que tenemos lectura asegurada.


¡Nos vemos en la Zona!

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