El parque nacional de Ordesa, situado en el pirineo oscense, no solo alberga lugares de belleza sinigual, merecedores de contemplar in situ, también guarda, en sus montañas y valles, leyendas y hechos acaecidos a lo largo de la historia, la memoria y el folclore popular. Desde la gestación de la Brecha de Rolando hasta otras no tan lejanas, como la que se cuenta en “Frontera de Ordesa (Red de evasión Ponzán)”, de Juanarete y David Tapia, recientemente editado por GP Ediciones.
El terreno accidentado de los pirineos siempre ha cumplido esa función de “tierra de nadie” que acaban asumiendo los lugares situados como fronteras entre una nación y otra. Sitios donde sus gentes, conocedoras de su entorno, han crecido dominando un terreno tan espectacular como difícil de atravesar si se desconocen las leyes básicas de la naturaleza. Desde pastores a comerciantes de la zona, todos a lo largo de la historia, tenían un conocimiento pleno de los pasos que comunicaban el lado aragonés con el lado francés. Pues en muchos casos era más sencillo comerciar con el vecino galo que bajar “al llano”, a pesar de que la orografía pudiera indicar lo contrario. Incluso en épocas convulsas, de guerra o carestía, el paso de un lugar a otro servía para el contrabando de bienes escasos o para que algunos perseguidos pudieran escapar de un destino funesto.
Dicho esto, sitúense en plena segunda guerra mundial, con una Francia dominada por el Tercer Reich alemán y una España donde el franquismo triunfante aún no ha escondido sus querencias filogermanas. Mientras la guerra se desarrolla a campo abierto, La Resistencia en el sur de Francia sigue operando con ayuda de, entre otros, los servicios secretos del Reino Unido, la Francia no ocupada y exiliados españoles, gestándose una organización que ha pasado a la historia como la “Red de Evasión Pat O´Leary”, destinada a ayudar a aquellos que huían de nazismo. Una red en la que participó y coordinó Francisco Ponzán, maestro, anarquista español e ilustre oscense de origen asturiano. Alumno de Ramón Acín, después de la guerra civil y en el exilio, puso su conocimiento al servicio de esta red para combatir el fascismo imperante en el país galo, con la esperanza de que una vez derrotado el totalitarismo en la Europa central, cayese en la Península.
Así se fue tejiendo una red de personas que conocían los montes, laderas y montañas del Pirineo como su propia mano, capaces de lograr el paso de Francia a España en cualquier estación del año y de burlar la estrecha vigilancia que había a ambos lados de la frontera. Una red y unos hombres que lograron salvar a más de tres mil personas del nazismo, ayudando a refugiados de ambos lados de los Pirineos. Por todo ello, Francisco Ponzán Vidal obtuvo reconocimientos póstumos de los gobiernos de Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña y Bélgica.
Con “Frontera de Ordesa” Juanarete culmina su trilogía sobre el anarquismo español, tras revisar las figuras de Ramón Acín y Durruti. En el caso que nos ocupa, mediante la figura de Ponzán y centrando la atención en las personas que se encargaron de una de las misiones más peligrosas que llevó a cabo la organización: salvar a Nancy Wake, aquel “ratón blanco” al que la Gestapo quería dar caza. El protagonismo sin duda queda asignado a esos héroes y heroínas anónimos que se jugaron el tipo entre el frío y la nieve para que el fascismo no triunfara, si bien la figura de Ponzán planea a lo largo de un relato que bebe tanto del realismo como de las tramas de espionaje.
En lo gráfico, David Tapia nos presenta páginas que beben de un clasicismo gráfico que le viene muy bien a la trama. Con una sensación de fidelidad plena en la ambientación, a los lugares que se muestran (no hay que olvidar que el terreno en esta narración es un personaje más) y un color que se ajusta a aquellos días grises de contienda e inclemencias del frío, maridando lo gráfico con lo literario de manera sincrónica.
Todo ello se encuentra en “Frontera de Ordesa (Red de Evasión Ponzán”)“, que cuenta con un prólogo a cargo de Antonio Altarriba. Un tebeo que se erige para rescatar del olvido las gestas de unos hombres en aquellos difíciles días que vivió Europa, que pone de relieve lo que implicaba el dominio del terreno en aquellos Pirineos situados entre el franquismo y el nazismo, siendo el parque nacional de Ordesa ese lugar donde vuelven a nacer las leyendas. Pues muchas de ellas nacen de las acciones heroicas de los comunes mortales, como aquellos integrantes de la red de evasión tejida por Francisco Ponzán.
Comentarios
Publicar un comentario