Las elecciones de un escritor le marcan profundamente en su labor. Eso, que podríamos aplicarlo casi a cualquier profesión, mucho más en el terreno de las artes, es especialmente notable en un mundo como el del cómic, y más aún en España, donde se entiende que hay una mayor libertad para desarrollar sus relatos. Juanarete lleva algunos años trazando un camino así con sus elecciones. Hizo La bondad & la ira (aquí, su reseña) para mostrarnos la biografía del anarquista Ramón Acín, después se adentró en Pepe Buenaventura Durruti (aquí, su reseña), repaso biográfico de su figura con un estilo visual completamente diferente, y ahora en Frontera de Ordesa cierre una suerte de círculo tan difuso como interesante. Difuso porque, en el fondo, no hay una conexión artística evidente en las tres obras mencionadas, por mucho que sí las haya temáticas e incluso de personajes, ya que el protagonista de esta última historieta, Paco Ponzán, fue alumno de Acín. E interesante porque, casi sin quererlo (o, en realidad, teniendo muy claro este aspecto), está trazando un completísimo retrato sobre el anarquismo español de la primera mitad del siglo XX y al mismo tiempo de la propia España que acabó en la Guerra Civil y en cuarenta años de dictadura. Y eso, ahora que hay tanta gente empeñada en que olvidemos, tiene un valor incalculable.
Sería absurdo decir que los guiones de Juanarete no se posicionan, porque lo hacen, pero caeríamos en la injusticia si dijéramos que sus historias están pensadas para una ideología concreta en el lector. Al menos, no debería ser así. En este caso, además, opta por un camino más ficcionado que en sus dos anteriores trabajos, por lo que estamos ante un trabajo dinámico y bien llevado, con personajes bien construidos sin necesidad de relajar el tono documental, y en el que se nota un exhaustivo trabajo previo para que la aventura dramática descrita funcione con una enorme precisión a lo largo de sus tres capítulos, que por momentos parecen tres relatos diferentes pero que se unen con una fluidez admirable. Es verdad que es un tebeo especialmente diseñado para los amantes de la historia, y aún más del detalle histórico realista, porque está construida con un mimo documental y geográfico espléndido, y que eso puede hacer que tarde en arrancar para determinados lectores, pero la perspectiva es distinta en el tercer capítulo de la obra, el más extenso y el que definitivamente nos traslada a un escenario de acción, en el que los personajes acaban alcanzando su mayor dimensión. De hecho, estas mismas características hacen que Frontera de Ordesa pida a gritos una segunda lectura casi desde la misma conclusión de la primera.
Si podemos entender una ruptura formal entre Frontera de Ordesa y los dos otros dos títulos mencionados, La bondad & la ira y Pepe Buenaventura Durruti es sobre todo por su dibujo. Al final, son las tres partes de una singular trilogía que, si Juanarete quisiera, no tendría por qué acabar aquí, pero su presentación visual es tan distinta que es una manera más de ampliar su universo. En este caso es David Tapia el encargado de trasladar la historia a las viñetas y lo hace buscando un estilo realista y sucio, que sirva para destacar la personalidad de cada uno de sus actores protagonistas pero también el drama del momento histórico que retrata, tanto en un nivel más íntimo y pequeño como en las escenas bélicas que inevitablemente se suceden. El amor por el detalle que demuestra Juanarete en su guión encuentra una respuesta igualmente espléndida en el dibujo de Tapia, lo que le da a Frontera de Ordesa un acabado notable. El cómic histórico español sigue dando muestras de su enorme potencial. Cuando se encuentran historias potentes y personajes dignos de rescatar para la memoria popular, asistimos a ese ejercicio de magia. ¿Importa la ideología? Qué difícil es sustraerse a las trincheras que ha creado la política contemporánea, pero qué daño nos haría si solo nos dejáramos guiar por eso a la hora de analizar un cómic tan destacado como este.
El contenido extra lo forman una introducción de Antonio Altarriba y unas notas finales de Juanarete sobre el protagonista del cómic.
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