DÍA 5 CURIOSIDAD. CASABLANCA, MADRID, PARÍS, de Óscar Sanz. GP EDICIONES (2020). Cristina Hombrados

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¿No habéis sentido jamás la curiosidad (los que no sois creadores) de presenciar la gestación y el crecimiento del día a día de un proyecto que acaba plasmándose en viñetas y a la venta en cualquier librería, quiosco o supermercado cultural? Yo sí, mucha. Y he tenido la suerte de poder saciarla viendo muy de cerca cómo se hacía el tebeo Casablanca, Madrid, París, de Óscar Sanz, que GP ediciones se atrevió a lanzar durante el confinamiento.

El tiempo de cocción es variable para cada proyecto, pues siempre inciden factores relacionados con el proceso creativo, decisiones editoriales o vicisitudes de carácter más mundanas (trabajos alternativos, mudanzas, etc.). Algo más de dos años ha costado recrear en un cómic la gesta de la consecución de la Recopa por parte del Real Zaragoza el 10 de mayo de 1995 desde la perspectiva del entonces entrenador Víctor Fernández en una doble línea narrativa. Finalmente vio la luz aproximadamente un mes antes del 25 aniversario de la efeméride, en una temporada en la que el artífice de tal éxito se encontraba de nuevo en el equipo y en la que parecía que, hasta que todo se vino abajo en marzo, el equipo conseguiría al fin el objetivo de años.


¿Os hace un “making of” desde la perspectiva de una seguidora declarada de la Sociedad Deportiva Huesca, que ha tenido Real Zaragoza para desayunar, comer y cenar? 

Un eterno día de la marmota durante el cual se escuchaba la retransmisión del partido de esa victoria en el Parque de los Príncipes en París que está colgada en YouTube; ver cómo periódicos del 11 de mayo de 1995, todo tipo de libros, recortes de revistas, anuarios y hasta álbumes de cromos convierten a tu mesita del salón en un espacio anacrónico; ser testigo de un variado e interesante proceso de documentación de imágenes que buscaba recrear fidedignamente la España de entre 1989-1995: desde preguntas al señor Google sobre marcas, coches o productos variados de los 90, recuperación de fotos de esa época en un intento por descubrir qué chandal se llevaba, o no dejar un espacio de la Romareda sin fotografiar en una visita guiada al estadio; encontrar por doquier bocetos en papel, pruebas de una búsqueda de la composición más efectiva o tratando de armar un guion lo más sólido posible; descubrir que a lo largo del proyecto no se borra del semblante del creador esa sonrisa de felicidad e ilusión de quien todavía no se cree la suerte que tiene (tanto durante el increíble número de horas encorvado ante una tableta como tras mantener conversaciones directas con gente como Víctor Fernández). Pero también ser testigo, casi entre risas, de cómo algunos reniegan de las verdades verdaderas de determinadas fuentes (no hay que pasar por alto la subjetividad de la memoria); casi entre carcajadas, de las primeras entrevistas de promoción del tebeo a través de Zoom tratando de disimular el chichón en la cabeza, las gafas rotas y un corte en el dedo; con preocupación, de las noches en vela porque los resultados del equipo no acompañan.


Casablanca, Madrid, París retrata estupendamente las tripas de un deporte que poco tiene que ver con la mercadotecnia que lo domina actualmente. Toma como excusa el deporte rey, pero son las personas sus verdaderas protagonistas. Es un cómic que se ve libre de las pretensiones de trascender en el movimiento de la novela gráfica; entretiene, sorprende por la concepción de sus composiciones, y marca frontera con esos cómics que convierten los relatos deportivos en vacíos productos de merchandising.

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