Aquí Nunca Pasa Nada: Poder e Impunidad. Antonio Santaliestra

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Bajo una perspectiva realista la premisa de ser superpoderoso no debe de llevar de forma intrínseca el deseo y voluntad de hacer el bien y mantener un sentido ético elevado. Al fin y al cabo, a quien todo lo puede, nada ni nadie lo puede parar. Sin límites externos impuestos, ¿quién aseguraría que un meta humano se regiría por las leyes de los comunes mortales, como si hubiese sido criado en una granja de Kansas? Y quien dice Kansas, dice Huesca. Fuera el lugar que fuera, éste no sería determinante para que un ser con todo el poder del mundo se trasformara en un tirano, un déspota, un monstruo, un dios que todo lo puede y conoce la auténtica impunidad haciendo lo que le viene en gana. Bajo esta premisa nace “Aquí Nunca Pasa Nada”, de Javier MarquinaJavier Ortiz y Guillermo Montañés, editado por GP Ediciones. Un tebeo de superhéroes hecho desde Aragón y con más vocación universal que local, pues lo que propone resulta certeramente refrescante para cualquier aficionado a esa suerte de  mitología postmoderna y popular que es el género de superhéroes.
“Eso que dices suena a mierda demasiado elevada.”
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Bajo este punto de partida, abriremos el tebeo y nos encontraremos con un escenario en el que nunca pasa nada. Nada que no quieran los seres que controlan el lugar, obviamente. Tres personajes superpoderosos que disfrutan y ejercen su posición de dominio. Así comienza un relato en el que Javier Marquina (“Abraxas”) nos brinda un excelente ejercicio de deconstrucción del arquetipo del superhéroe, con altas dosis de lucidez condimentadas de la mala uva necesaria para que de vez en cuando la trama desencadene la carcajada de lector. Un relato ácido, donde se muestran influencias bien asimiladas de lecturas del género de superhéroes. Manejando con oficio los estereotipos del género, Marquina siembra a lo largo del relato multitud de guiños a un género para ofrecer tanto un homenaje como una revisión de realismo canalla que le sienta muy bien al tebeo. Incluso se permite ejercicios de metaliteratura en algunos diálogos tan afilados como certeros y que no hacen más que hacer únicos a esta trilogía que nos muestra Marquina: Carlos, Bruno y Esteban. Todo un homenaje a una época en la elección de los nombres y a un género por la ácida caracterización de cada uno de ellos.
En cuanto al apartado gráfico, el tándem formado por Javier Ortiz y Guillermo Montañés vuelven a dar muestras de una magnifica sinergia en lo artístico. Al igual que en “La Noche Perdida de Luis Buñuel”, el color y el sentido de la iluminación de Montañés se entiende a la perfección con el trazo de Ortiz. Un dibujo vigoroso, sobrio y ágil que resuelve de forma eficaz tanto las escenas de acción como las páginas de conversaciones, donde la expresividad de los rostros dibujados es la clave para reforzar esos diálogos.
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En la mejor tradición de los comic-books estadounidenses, el cómic cuenta con un artista específico para realizar la portada, siendo el encargado de ello Ismael Díaz, con una ilustración icónica que nos retrotrae a esas portadas que servían para sintetizar todo un universo en la cubierta del tebeo.
Poco más se ha de avanzar de este cómic. Mejor que cada cual lo abra y disfrute de su lectura. Una de las más refrescantes del género que se ha puesto en circulación en España en lo que llevamos de año y que hará las delicias de cualquier fan de lo superheróico. Con este volumen de 104 páginas en formato rústica, GP Ediciones vuelve a demostrar que más allá de cultivar géneros en exclusiva lo importante es el olfato editorial. El que han tenido para llevar a término la edición de este divertido tebeo que demuestra que para editar cómics redondos de superhéroes no hay que mirar solo a Estados Unidos. Solo basta con tener talento, como el que hay depositado en “Aquí nunca pasa nada”.

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