ESCLAVOS DE FRANCO, de Chesus Calvo POR JOE RUNNER

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Dicen que Francisco Franco, aquel tirano que recuerdan con nostalgia cierto sector “constitucionalista”, le comentó a Sabino Alonso Fueyo (director del diario falangista Arriba) aquello de “usted haga como yo y no se meta en política”. Esta simple e irónica frase ha calado tan profundo en el colectivo español, que actualmente se representa como un pueblo apático ante la política y olvidadizo ante su propia Historia. Tanto que a día de hoy todavía se tiene cierto ideario derechista a ciertos conceptos sociales y casi nadie es capaz de nombrar a un presidente anterior a la democracia actual. Parece que tras su muerte también se fueron los otros millones de fascistas que habitaban el país y que habían hecho una limpieza de sangre durante generaciones. Eso llevó a enterrar el pasado de tal manera que sólo queda su legado franquista a la fuerza y en el que momentos tan cercanos como el de la Guerra Civil quedaron olvidados. Momentos tan crueles e inhumanos como los sucedidos en…

ESCLAVOS DE FRANCO
de Chesus Calvo

La guerra está dando sus últimos aletazos y la victoria del bando nacionalista está más que claro. La única opción que queda para todos los ciudadanos que enfrentaron a los militares golpistas es intentar marcharse del país, a través de la frontera natural que supone los Pirineos. En esta situación se encuentra nuestro protagonista, Julián, un joven que no dudó en luchar en pos de defender su nación y sus seres queridos. Pero ahora es tiempo de huir y lo que parece ser una salvada in extremis, termina siendo una trampa en la que Julián dará con sus huesos en uno de los campos de concentración fascistas, en los que sus huéspedes morían como perros realizando trabajos forzosos construyendo edificios o infraestructuras para beneficio del poder estatal. Enfrentando su nueva situación, lo único que queda ahora es aferrarse a la vida como sea e intentar sobrevivir a una de las experiencias más duras a la que puede enfrentarse un ser humano. El problema es que no se lo van a poner nada fácil…
Es gracioso que el cómic haya aparecido casi al mismo tiempo que exhumaban al dictador Francisco Franco del maldito mausoleo, el cual fue construido por prisioneros políticos. Un tipo que se hizo construir su propia pirámide para que todos los fascistas supieran donde estaba enterrado él y el hijo de Miguel Primo de Rivera, el anterior dictador. Mientras tanto, toda la mano de obra gratuita que se dedicó a hacer sus caprichos, las infraestructuras de la nación o alguna que otra empresa que actualmente siguen en marcha, tirados en fosas comunes todavía no localizadas. Porque vivimos en un país en el que se nos olvida qué sucedió entre los Reyes Católicos y los casi cuarenta años de franquismo. Porque sólo contamos la Historia desde el día que murió un fascista, pero miles de ellos seguían manejando los hilos de la nación. Y así estamos, sumidos en una ceguera e ignorancia de la cual no conseguimos salir, siendo borrados detalles de no hace ni un siglo gracias a una limpieza de sangre a base de fusilamiento. Luego nos extraña que se blanquee el fascismo, que en un debate político aparezcan tres partidos de derechas o que cada vez el ciudadano tenga menos derechos. Porque no tenemos memoria y no nos han dejado recordar.
Tirarse al monte como última opción de supervivencia.
Es por eso que cuando aparecen obras como este Esclavos de Franco, recobro un poco la esperanza en nuestro pueblo. Porque si alguien es capaz de levantar la voz y contar algo que se han empeñado tanto en borrar de nuestra Historia, los demás deberíamos ser capaces de no hacer la vista gorda y escucharlo. O en este caso leerlo. Y es que en este país hubo campos de concentración, de los cuales se aprovecharon todos aquellos que manejaban el cotarro y tenían algo de poder en la España franquista, incluidas empresas que actualmente siguen en activo. A través de Julián vemos en la precaria situación que se encontraban estos pobres diablos que lo único que hicieron mal fue intentar defenderse de un golpe de Estado. Olvidaos aquí de los derechos humanos, pues podían morir en cualquier momento tanto por agotamiento, mala higiene, mala alimentación o fusilados.
En esta obra Chesus Calvo hace un trabajo magnífico, en el que sabe aunar a la perfección una situación real con una historia ficticia, enseñándonos distintos flashbacks de la vida del personaje para mostrarnos sus motivaciones y su situación final. Además lo hace de una forma muy inteligente, sin avisar en ningún momento al lector de que está leyendo una vivencia pasada del protagonista, pero jugando sutilmente con los colores para que nos demos cuenta de ello. Con un trazo sencillo y claro, se aleja del tipo de historieta al que nos tiene habituados y se centra en un cómic más crudo, directo y real. Con este trabajo el autor zaragozano nos regala una de esas obras que deberían ser lectura obligatoria en todos los hogares y centros educativos, para no olvidar el pasado y caer en los errores que ya hemos cometido y pagado por ellos. Otra vez GP Ediciones vuelve a refrescarnos la memoria histórica adormecida, es que tanto nos está costando defender contra grupos de gente a las que le conviene tanta amnesia colectiva. Y en algún momento habrá que plantarles cara.
La dureza de tener que enterrar a tus propios compañeros.
Quizá no sea la reseña que se merezca este Esclavos de Francopero es la que me ha nacido hacer. Es un cómic que me ha marcado y me ha hecho sentirme furioso. Furioso ante algo que se ha silenciado durante tantos años. Furioso porque esa misma gente que propició esa barbarie siga en el poder y ahora puedan campar a sus anchas. Furioso porque nadie quiere saber nada de su pasado más cercano, insultando así a nuestro abuelos que sufrieron y murieron por ello. Y aunque la furia no sea el mejor de los sentimientos, cuando un cómic consigue una cosa así es porque tiene algo especial
¡Nos vemos en la Zona!

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